Un proceso necesario para las grandes marcas podría ser el de tercerizar el envasado de sus productos, con mayores posibilidades de presentación.
El embalaje flexible se posiciona con fuerza en la industria del packaging, situándose por encima de la producción de envases tradicionales.
La industria del envasado se vio forzada a atravesar la crisis sanitaria y económica de la Covid-19, pero ha tenido la capacidad de adaptarse a grandes cambios, gracias a su estrecha vinculación con bienes y servicios de primera necesidad como la alimentación, la higiene y la salud.
La industria del envasado se ha visto en la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, ofreciendo una respuesta eficaz y flexible ante los requerimientos que ha ido marcando la crisis sanitaria.
A nivel internacional, el embalaje flexible se posiciona con fuerza en la industria del packaging, situándose por encima de la producción de envases tradicionales fabricados con cartón complejo y/o madera, debido, entre otras razones, a su capacidad de adaptación ecológica.
La fabricación de envases flexibles con materiales reciclables y/o compostables, abre las puertas del Green Marketing a las grandes marcas del mercado.
Este gran cambio en la industria del empaque viene acompañado de una tendencia generalizada entre las grandes empresas alimentarias y cosméticas a nivel nacional: el outsourcing del proceso de envasado. Una fórmula en auge que crece al ritmo de la globalización y forma la columna vertebral de nuestro negocio.
Las empresas especializadas ofrecen un parque de maquinaria extenso, versátil, completo y polivalente, para procesos dedicados a líquidos, sólidos, en polvo, cremosos y granulados utilizando múltiples sistemas de dosificación y presentación de productos.
Los principales formatos de envase son flexibles y rígidos tales como doypack (normal, eurohole, zip, pouch), sachet o sobre monodosis (simple, duplex y con forma de botella), muestras de perfumes (viales), tubos, tarros y bolsas tipo flowpack.