Conocer el sentido de la fibra del papel ayuda a perfeccionar el resultado final de ciertos trabajos impresos sobre papel, cartoncillo o cartón.
Del sentido dependerá que una hoja sea más o menos difícil de doblar, cortar o encuadernar.
El papel se fabrica con compuestos vegetales formados por fibras semejantes a pelos, que pueden ser largas o cortas y más o menos visibles. Estas fibras no se colocan de manera aleatoria durante el proceso de elaboración, sino que siguen una orientación específica, longitudinal o transversal.
El sentido está condicionado por el movimiento de los tambores de la maquinaria utilizada para la fabricación del papel y a la dirección en la que avanza durante el secado. Así se dan dos tipos de fibras, de las cuales dependen la rigidez, consistencia y características del papel.
El papel de fibras cortas se obtiene de árboles de madera gruesa, entre los que destacan el eucalipto, el abedul, el chopo y el arce. Su longitud oscila entre los 0,45 y 1 milímetro, y contiene gran cantidad de celulosa. Este tipo aporta lisura al papel, pero hace que se rompa con facilidad.
El papel de fibras largas procede de árboles de madera blanda, como el abeto y el pino. Su largo va desde los 2 a los 4 milímetros y permite la realización de una pasta con mayor resistencia.
Es importante el sentido de la fibra del papel, esencialmente porque de ello dependerá que una hoja sea más o menos difícil de doblar, cortar o encuadernar, en función de si se realiza en el sentido de las fibras o en contra del sentido.
Esto condiciona su resistencia y consistencia. Los especialistas en trabajos de impresión y encuadernación siempre están muy pendientes de este factor, pues, de no tenerlo en cuenta, puede ocasionar determinados problemas que afectarán el resultado final del trabajo.
