Sin marcos y con la posibilidad de sacar pequeñas tiradas, la serigrafía digital avanza en un espacio de mayor competitividad.
Esta tecnología tiene la ventaja de permitir al cliente prácticamente cambiar el diseño impreso en la tela en cada prenda.
La impresión digital ha mostrado, en muchos casos, una enorme ventaja respecto de otros métodos, dado que hace posible la impresión de un número de copias muy reducido, incluso de una sola, manteniendo precios económicos.
Una tecnología en esa línea es la de la serigrafía digital, para imprimir en telas, como alternativa al método clásico y antiguo de la serigrafía tradicional.
La serigrafía tradicional y la serigrafía industrial usan marcos, es decir, cuadrados de tela permeable que se tensan en bastidores rígidos y dejan pasar la tinta a la superficie de la tela colocada debajo. Este método garantiza una ejecución muy rápida y una calidad excelente, pero para la preparación del marco es necesario un trabajo manual, además de un gasto inicial que no se amortiza hasta que se imprimen tiradas grandes con el mismo diseño. La serigrafía digital permite imprimir tiradas muy reducidas a bajos costos.
Para imprimir digitalmente, primero la máquina aplica en la tela una solución que permite que la tinta permanezca impresa en esta superficie. En el argot técnico, esta solución se llama «imprimación» y se compone únicamente de ácido acético.
De esta forma, la superficie de la tela se prepara para recibir y retener un tipo de tinta especial en cuatricromía adecuada para la impresión textil. A continuación, se seca la tela con aire caliente.
El diseño que va a imprimir el ordenador pasa directamente a la impresión. Al hacerlo, esta tecnología tiene la ventaja de evitar la preparación manual del marco y, por tanto, permitir al cliente prácticamente cambiar el diseño impreso en la tela en cada prenda que pasa por la maquinaria.