Cada vez más, las empresas buscan fijar su relación con el cliente y los aromas de sus productos buscan seducir a sus usuarios. El marketing aromático surgió a partir de una investigación en la Universidad de Rockefeller que reveló que el ser humano recuerda cinco por ciento de lo que ve; dos, de lo que oye; uno, de lo que toca, y 35% de lo que huele. Según los científicos, al oler y ver simultáneamente algo agradable, se activa la corteza orbitofrontal interna derecha, región cerebral que se activa al tener una percepción placentera o agradable; pero, cuando no percibimos concordancia entre lo que vemos y olemos se activa la corteza obitofrontal externa izquierda, vinculada con la aversión. De esta manera, el marketing aromático puede incrementar las ventas, haciendo positiva la actitud de compra; mejora la experiencia de compra a través de un ambiente más agradable; aumenta la diferenciación y valor agregado de cada negocio; mejora la percepción de calidad y servicio; atrae nuevos clientes y ayuda a hacerlos permanecer más tiempo dentro del local, y apoya al posicionamiento de la marca y su recordación. Esta tendencia está particularmente desarrollada para acciones dentro de los negocios. En especial, fue utilizado por marcas de indumentaria para agregar valor simbólico y recordación a sus productos. Otro ejemplo sería Disney, que desde hace años lanza olor a pochoclo por las calles de sus parques, para despertar el apetito de sus visitantes. Sin embargo, el sistema tuvo sus detractores desde lo ético, quienes han postulado que se apela al inconsciente y se interfiere en la decisión de compra. Se ha afirmado que cuando más se apela a los sentidos, menos racional resulta la decisión de compra y la voluntad se diluye. Entonces, habría dos tipos de marketing aromático: uno que apela a “manipular” la mente de las personas a través del olfato; y otro que busca asociar un aroma particular a sus productos y que funcione como “odotipo”, sumado a otros sentidos como podrían ser el tacto y la vista, para crear una experiencia de compra. El aroma sirve para reforzar la imagen de la marca más allá de de su producto, por eso, al momento de entrar a una tienda importante el cliente estará familiarizado con una fragancia determinada; como el “olor a nuevo” que Samsung rocía sobre sus envoltorios o la fragancia especial de los productos de BMW. Otro ejemplo en vía pública fue una cartelera ubicada en Mooresville, Carolina del Norte (EE.UU.) que anunciaba la nueva marca de carne de un supermercado de la localidad, que emanaba un intenso olor a carne asada, entre las siete y las 10 horas, y desde las 16 hasta las 19, los horarios con mayor asistencia al local. 29 de marzo de 2017 – ep