Los cambios en los hábitos en las compras desarrollaron la necesidad de diseñar muebles que satisfagan al cliente y ayuden al comerciante.
El mobiliario del local adquirió una importancia mayor y se busca que sea adaptable, dinámico, resistente, práctico.
El espacio dentro de los locales fue siempre un recurso importante, por eso el sector destinado al depósito de mercadería tradicionalmente era de aproximadamente 60%, mientras que el resto se lo repartían el comerciante -que se movía entre el salón y el almacén- y los clientes, que esperaban ser atendidos.
Ese concepto se superó, para dar más lugar al sector de exposición y venta, con la idea de que lo que no se ve, no se compra, más allá de las nuevas formas de vínculo comercial y compras que se generaron durante la pandemia.
Esto dio lugar a que se estudien las actitudes del comprador y que se priorice el sector derecho para su acceso y la separación clara del área de venta de la de depósito.
Entonces, el mobiliario del local adquirió una importancia mayor y se busca que sea adaptable, dinámico, resistente, práctico y, obviamente, relacionado con la estética del negocio, con buena iluminación, que permita exhibir una gran cantidad de productos y sea acorde con los artículos a la venta.
La importancia del mobiliario es tal que muchos puntos fríos del local, en los que las ventas están por debajo de la media, están muy vinculados con él por varios motivos: mala implantación de estanterías, inadecuada circulación para los clientes, poca luz, desorden, ruido.
Por eso, se debe recurrir a un mobiliario que permita exponer el mayor número posible de artículos al alcance del comprador, por el mayor tiempo posible; eso facilitará la búsqueda y la elección de lo que buscaba y generará el deseo por artículos que no tenía en mente adquirir.
Habrá que tener en cuenta el surtido de mercadería que cada mueble puede presentar y contar con algunos especiales para determinados productos que puedan requerir de condiciones especiales, como conservación, seguridad.
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