Una nueva definición de lo que tiene que ser un aviso en vía pública avanza sobre viejos derechos afectados.
Los carteles publicitarios son obstáculos a los costados de las rutas que estropean la visión del paisaje e invaden la privacidad del obaservador. Esta es la tesis de una nota que el publicista Howard Luck Gossage publicó en 1960, la revista Harper’s, sobre una situación que consideraba perversa.
En el trabajo, advertía que “un cartel publicitario no cumple ninguna otra función: su único objetivo es invadir tu campo visual. Tampoco puedes escaparte de él; el cartel publicitario irrumpe sin restricciones en la visión de todas las personas, a excepción de incapacitados visuales y reclusos”.
“¿No es esto una invasión a la privacidad? Yo creo que sí y creo que el hecho de que estos carteles se encuentren en exteriores no hace ninguna diferencia. Incluso si fuera posible decidir no mirarlos, ¿por qué tendríamos que hacer ese esfuerzo?”, agregaba.
Para concluir subía la apuesta: “Esta invasión a tu privacidad se ve agravada por la venta a un tercero. Es como si un fotógrafo encontrara el mejor lugar para captar la puesta de sol y vendiera cada toma por un precio accesible. La industria vende algo que en realidad no le pertenece. Te pertenece a ti».
La mayoría no ha pensado en sus derechos sobre su campo visual, pero mientras los países dan mucha importancia a la violación involuntaria de su espacio aéreo, los carteles publicitarios violan el espacio aéreo de las personas intencionalmente continuamente.
Pero, desde las épocas de Gossage, los carteles publicitarios evolucionaron y tomaron nuevos caminos, ya que las nuevas tecnologías y un nuevo modo de abordar la publicidad en exteriores ha generado avisos que desafían su mala reputación.
Esto no significa que nuestro espacio visual no esté saturado, sino que las marcas están usando carteles publicitarios para crear publicidad interactiva, útil e interesante.
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