Protección, promoción y tamaño son las cuestiones que se deberán considerar al momento de diseñar un envase o el embalaje de la mercadería. Las necesidades de protección varían de un país a otro; un clima cálido y húmedo requerirá un embalaje distinto al de un país seco y frío. El sistema de transporte y los canales de distribución también afectan a las necesidades de protección. En los aspectos promocionales, habrá que considerar especialmente los hábitos del consumidor. Así, por ejemplo, algunos productos vendidos en Estados Unidos en envases de cristal, en Europa se venden en envases de plástico. Un aspecto importante es el tamaño del envase que, generalmente, dependerá a su vez del nivel de ingresos de los consumidores. El packaging de un producto remata más ventas en las góndolas; informa con claridad; destaca los atributos diferenciales del producto; prolonga su ciclo de vida, y consolida la credibilidad en la calidad de su marca y su imagen corporativa. El diseño del envasado y el embalaje de un producto puede impulsar al cliente a comprarlo o no. Tal es el desarrollo e influencia que ejerce un packaging debidamente diseñado sobre el cliente o consumidor. Dar al producto una imagen competitiva es imprescindible en un mercado donde la lucha por la atención es muy agresiva. Por eso, incluso el producto más excepcional perderá muchas oportunidades de ser adquirido si no está convenientemente vestido para vender. Los productos compiten por la venta no sólo por su calidad esencial, sino también por la capacidad de destacar al lado de sus competidores. El producto habla a su público a través del diseño y tan importante como lo que dice es cómo lo dice. 01 de junio de 2016 – ep